jueves, 27 de marzo de 2014

Día 5 de viaje (3 de noviembre)

Hoy a las 7 ya estábamos todos en pié para desayunar pronto ya que a las 8:15 nos pasaba a buscar un minibus para llevarnos a la Bahia de Halong, considerada una de las 7 maravillas naturales del mundo. Nos subimos que eramos 6 personas dentro y después de recorrer medio Hanoi el bus estaba que no cabía ni un alma mas. Nos dijeron que eran 40 minutos hasta Halong que al final no resulto ser así, ya que el trayecto duro 4 horas con una parada de 20 minutos, supuestamente era para tomar algo y descansar pero aquello era una tienda donde poder dejarte el dinero comprando souvenirs. No compramos nada, estaba todo carísimo con respecto a la capital. Al final llegamos a Halong destrozados, yo por lo menos. No me sentía las piernas. Cogimos un barco que estaba en pésimas condiciones, pero en el fondo le daba su toque. Ademas no nos íbamos a quejar del barco viendo el entorno que nos rodeaba. Hay que decir que la embarcación tenía sus cosas buenas. Los camarotes no estaban mal. Si exceptuamos que Rubén para entrar al suyo tenía que entrar por la ventana. Mas tarde nos dieron de comer. La verdad que la comida dejaba mucho que desear si lo comparamos con los días anteriores. Luego nos llevaron a visitar la cueva de Hang Dao Go. Cuenta la leyenda que bajo las aguas de la Bahía vive un dragón. Pues dentro de la cueva no estaba. Lo que si que había en su interior eran miles de estalactitas y estalagmitas alumbradas con focos de colores. Era curioso de ver. Después de la visita guiada volvimos a subir al barco y ya nos llevaron a coger unos kayaks. Cientos de chalecos salvavidas apilados, todos rotos, no se libraba ninguno. Rubén se subió con Víctor, Fiti con Pepe y a mi me toco solo. Recorrimos las montañas de la Bahía y nos metimos en una cueva que iba a dar a un rincón espectacular rodeado de montañas, era como una olla. Después de destrozar los morros de los kayaks por un percance involuntario que tuvimos, falta de practica supongo, los devolvimos. Subimos de nuevo al barco y ya nos llevaron a una zona donde poder saltary bañarnos. Rubén estaba acojonado pero al final saltó. Mas tarde, ya duchados, desde la parte de arriba del barco, no teníamos palabras para describir el atardecer que vimos. Sinceramente no he visto cosa igual. Después de esa imagen no hay mas, cenamos y nos fuimos a dormir.